Yo que en la piel tengo la sal de los amores cadentes
que en el murmullo del mar escucho las historias de los ancestros de cien generaciones
no pude resistirme a tus ojos de mulata, a tus besos de amapola,
y migré, dejando que mi historia escapara ente mis dedos
como agua que nunca iba a ser contenida para beberse.